No sé para ustedes, pero para mí llegó el tan temido febrero, mes de inscripciones… cada año tengo la duda de si estoy en el colegio adecuado, si podría haber una mejor opción, si “más vale malo conocido que bueno por conocer” y este año viene con extras dudas. Ya prácticamente cumplimos 1 año de confinamiento, donde ya pasamos por todas las etapas, la emoción de estar en casa, la novedad de las clases en línea, el reto de hacer adaptaciones al vapor, la frustración de descubrir que nuevamente el colegio no hace lo que dice hacer, etc.
Aprovechando la situación, nos movimos a un modelo de home-schooling, que según el director del colegio, nos movimos a un estilo retrógrada y anticuado de segregación escolar para personas con síndrome de Down, pero los cambios en su aprendizaje han sido notables, debo aclarar que no soy completamente responsable, tengo el apoyo de una tutora. Ahora, se revisan los contenidos de la planeación de la secretaría de Educación, y se hace una verdadera adecuación para extraer el conocimiento más relevante (algo así como un concentrado) la parte social en verdad me preocupa, pero también me preocupa la de su hermano mayor que lleva el mismo tiempo de confinamiento y las miles de horas pegado a su computadora y tableta.
Mi disyuntiva, como la de muchos padres de hijos con necesidades educativas especiales (y neuro típicos) es: ¿debo seguir en el sistema escolarizado con sus pros y contras? ¿continuo en un sistema de home-schooling y resuelvo la sociabilidad (cuando nos lo permitan) con actividades extraescolares? Para nosotros viene un cambio importante, elegiríamos una escuela secundaria, otro reto también…
¿Ustedes que van a hacer frente a esta nueva normalidad?
¿Qué hacemos para las personas con Síndrome de Down? Que si ya luchaban por un espacio escolar, hoy está más comprometida su permanencia.
Cuéntanos aquí abajo en comentarios que están pensando hacer ustedes